lunes, noviembre 16, 2009

D & G II [Libreta de Dani conteniendo instrucciones]

Empuja las palabras hacia adentro, fuérzalas a través de mis labios y déjame escuchar de un modo más simple, más infantil, no me repitas cosas que ya sabemos, no me repitas cosas que ya sabemos, camina lentamente entre esas otras que no se oyen y no se pronuncian o fállame en un instante en el que yo sea consciente y me atraiga el error o la equivocación sea lo suficiente; repta un poco debajo de mi cuerpo, supera todo aquello que te bloquea y te cohibe y no te permite estar o ser y discutirme un poco y olvidar esas cosas que matan vidas de a pocos, tuyas o mías.

Quiero que me susurres más cosas que no pueda oír y que tú tampoco sepas que sean, perdidos entre ecos y letras imposibles de entender, encontrar una comprensión más allá de esta, decididamente falsa, decididamente incompleta, abrázame y déjate abrazar con un poco y deja que esos pensamientos al despertar sean un olor familiar marcado en tu cuerpo mientras yo te repita algunos secretos torpes míos, algunos secretos que no lo sean y otros tantos que me invente en el momento y pequeños ejercicios de asociación, de condicionamiento, y no me escuches cuando te diga "Las pesadillas son una ventana a tu otra vida. Tu muerte bajo mi piel, esa otra vida." No escuches mis palabras, porque yo no creo las cosas que digo, pero siéntelas en un vago ejercicio zen, olvidar el conocimiento teórico y perderte en la súbita iluminación de esa otra cosa que es mi voz, mi piel nuevamente que no es muerte sino simplemente

mi piel

y la tuya, tal vez, también.

Arequipa, 4 de agosto de 1988

jueves, octubre 29, 2009

D & G I [First Date]


- Por favor cuéntamelo otra vez.

"Cómo es que este momento existe?" era una de las cosas que, mirando para atrás, yo debería haberme preguntado en ese momento de febrero, moviendo los brazos arrítmicamente en un pálido ejercicio de baile, con el humo de su cigarrillo flotando por todo el ambiente, esos lentes empañados que él ya se había sacado e insistía en revisar que no hubieran caído una y otra vez, siempre tan terriblemente miope. Pero no; en lo que yo pensaba era en la canción con la que en cierto modo, siento que se le puede dar un principio a toda la historia. Kela Gates y Los Belking's empezó [empieza] lentamente en un piano negrísimo y viejo, las teclas amarillentas y un intérprete en similar estado de antigüedad sin ser una ruina, imagínatelo, era la primera vez que yo veía algo así en persona, tan cerca que casi puedo [podría] estirarme y tocar el hombro del caballero, así de cerca está. Sentados en una de las mesas más cercanas al escenario, me distraigo un poco jugando con mis dedos, sin saber como romper el hielo. La canción es vieja, le digo a Dani. La canción es vieja, a mi mamá le gusta esa canción, pero es la primera vez que la escucho en piano, Dani.

- En serio? Es la primera vez que vas a La Bóveda?
- Eh... no, primera vez que veo al pianista, es nuevo, no?
- Si por nuevo entiendes lo que ha pasado en Arequipa los últimos diez años, sí pues, nuevísimo, nuevísimo.

Me sentí tan avergonzada de ser capturada en una mentira tan ingenua, que pensé por un momento "Debería de retirarme, escapar, fugar?", pero Dani no me dijo nada. Esa tarde él estaba más preocupado mirando a todos lados, buscando un mozo que nunca llegaba a acercarse a nosotros, un toreo nocturno, ya veías al mozo acercándose a dos metros y ¡olé! nos esquivaba tan hábilmente que forzosamente algo tendría contra los dos. Fue una manera fantástica de salvar la conversación que tan malamente inicié, empezar a reírnos y compartir todas aquellas ocasiones que nos habían toreado en un local cualquiera, en la Universidad, sí, un toreo en toda regla, ya estás preparada para empezar cualquier cosa y... ¡olé! Tienen una manera de escaparse, mozos, profesores y gente que no hace su parte del trabajo por igual. Pasados unos diez minutos, él se paró de la mesa. "Discúlpame un segundo, esto está tan lleno que seguro el mozo tardará Mil Horas en notarnos", me dice Dani, yendo al mostrador a pedir una carta, y yo me quedo pensando en Calamaro y Los Abuelos de la Nada, por lo de Mil Horas; bonita canción, no? Se me ocurrió que sería una coincidencia fantástica que en la calle también estuviera lloviendo, y doblemente fantástico si llego a ver a un tipo dos horas, mil horas, como un perro, estás mojado, ya no te quiero, así que decidí echar un ojito por la ventana, a ver si ya estábamos en tonos celestes grises o si hoy sería un atardecer tranquilo. No lo recuerdo muy bien. Imagino que sí, era 17 de febrero en Arequipa, y ya sabes bien lo que digo de esta nuestra ciudad, en febrero no hay soleados. Digamos, finjamos, que recuerdo que estaba lloviendo, [mucho daño no le hace a la narración] y mientras miro como poco a poco las calles se vuelven ríos y la gente se cubre con periódicos o maletines, la voz de una mujer se impone entre el murmullo general de La Bóveda. La sorpresa nos coge a todos, y guardamos un respetuoso silencio ahí mismo, y ahí, sí, es ahí que viene el recuerdo más fuerte, lo que abre mi cabeza cuando quiero contarte esta historia:

Strawberries, cherries and an angel's kiss in spring
My summer wine is really made from all these things


Dani llega con una carta en las manos, mientras yo permanezco con la mirada fija en el escenario, toda mi atención a su voz. A su herida, escucho que dice Dani.

- Qué bueno, ya empezó el show. Me encanta como canta esa mujer. Cada palabra suena como una dulce y lenta herida cuando ella habla.
- Dulce y lenta herida? Eso lo has sacado de algún libro.
- El amor, dulce herida.
- Néctar de verano también es una canción original en inglés?
- Sinatra. Te gusta esta versión a piano solo?
- Me gusta mucho.

Que no es una charla romántica? Bueno... No sé. De qué hablan los jóvenes hoy en día, ah? Jajaja. Las mismas cosas, presumiblemente nada románticas, seguro si se encuentran en la noche hablan de algo que vaya con qué hicieron en la mañana o si hablan en la mañana se preguntan como durmieron; y si se hablan dormidos, bueno, supongo que hablarse dormidos ya es romántico, no? Jaja. Dani se alisa un poco el pelo y también mira por la ventana [entonces sí estaba lloviendo]. Voltea a verme y me sonríe, mirando mi cara de leve desconcierto. "Siempre lees la carta al revés?" "Sólo cuando me entreno para leer documentos cabeza abajo" "Estás loca". Pero a Dani no le dije que la razón de tener la carta al revés era obvia: No estaba leyendo nada, la comida y la bebida eran lo último en mi cabeza, mis oídos tan concentrados en el escenario, y yo, sintiendo, siento que lo que menos quería era leer cartas o documentos cabeza abajo: La voz de esa mujer era demasiado absorbente, demasiado copante. Fue la única vez que yo la vi, y tal vez por ello tiene cierta fuerza extra en mi memoria. Para Dani fue la última; meses después, cuando volvimos, nadie nos supo dar razón de la cantante, o del pianista, o de la misma Bóveda. Pero me estoy adelantando: La Bóveda cerró puertas en ese periodo en que se me confunden las fechas, creo.

Take off your silver spurs and help me pass the time
And I will give to you summer wine
Mmm-mm summer wine


- Ayúdame a pasar el tiempo.
- Sabes inglés?
- Bueno, es por el trabajo, recién estoy aprendiendo.
- Qué linda.
- No, de linda nada, si no lo hago me botan de la agencia.
- You might as well get thrown off your agency, if they find out you're taking your coffee break in a place like this, with a guy like this, at an hour like this.
- Yes, my name is Gabriela. Pretty much to meat you.

Y esa primera vez que nos animamos a salir, era pasar el tiempo en momentos de ese tipo. No los recuerdo todos, seguramente Dani tampoco, la proverbial mala memoria de ese chiquito para las cosas 'triviales en la vida'. Pero en verdad, recordarlo todo exhaustivamente no tiene sentido, cuando es tan simple, y esa canción queda tan fuerte en mi cabeza. Puedo decir que recuerdo pequeñas cosas, pequeños detalles. Saliendo, se nos hacía tarde a los dos y buscamos un taxi en la noche: Imposible encontrarlo, imposible porque ahora él está estirando la mano, riendo al verme tan empapada a pesar de haberme dado su chompa para cubrir un poco mi peinado, irremediablemente arruinado. Está con la mano estirada y ningún taxi se detiene o nos hace caso o siquiera da signos de ver nuestra existencia. A pesar de toda la lluvia que se nos viene encima, él se ríe, y supongo que tú también te reirías al ver la escena, empapados de pies a cabeza o de cabeza a pies, en esencia, un día de febrero feliz. Me pego un poco a él, y lo cubro con la chompa, estirando mis manos para llegar hasta su cabeza. Las luces de los carros pasan una tras otra, mostrándome su cuerpo trémulo y algún estornudo suelto, llenos de nuestra risa nerviosa; finalmente interrumpida por un taxista que al fin nos presta algo de atención.

- Como si también los carros nos estuvieran toreando, no?
- Jajaja, sí.
- Bueno, al menos uno paró.
- Olé.
- Me gustó mucho todo.
- La pasaste bien?
- Sí.
- Me alegro. Me alegro.
- La canción... la canción fue lo mejor. Esa versión en piano, fantástica.
- Ah, Summer Wine es una canción inmortal. Ya te pasaré la colección Sinatra, pero de esa canción seguirán sacando versiones toda la eternidad. Tus hijos seguro bailarán con eso, probablemente en una medio electrónica o lo que sea que haya entonces.

Por eso, bueno, supongo que no, nada especial, nada romántico. La noche bajo la lluvia, dices? Hay otras, hay otras que sí las consideraría. Tres cosas que se me quedaron marcadas, creo que serían, sus lentes, la lluvia, la canción. No me preguntes porqué, los lentes los perdió unos años después, la lluvia que cae, al igual que los ríos en los que te bañas, nunca es la misma. Sólo la canción me trae esa memoria. O, sólo esa memoria me trae la canción, no sé muy bien. Pon esa canción, a ver si la encuentras.



Biyuinfo!

- Parte 1 de... eh... no sé. Varias.
- Grandes bloques de texto y pocas imágenes yeeeeee.

lunes, octubre 26, 2009





Hoy no quiero poesía experimental ni instrumental ni mucho menos ambiental

Hoy quiero un poquito de

Y bailar con animales vertebrados.

jueves, octubre 15, 2009

Yume Miru Kusuri: Una droga que te permite soñar

Yume Miru Kusuri obedece a las convenciones de las novelas visuales japonesas tan sólo en la superficie. Aventura de texto, un protagonista en edad escolar, tres chicas. Un dating sim, un shoujo game, para los entendidos, adolescentes y adultos por igual. Pero es tan sólo en la superficie: Las técnicas narrativas empleadas superan con creces éxitos como Ying-Yang o Clannad. Sí, Clannad.















Kouhei Kagami es un estudiante con excelentes calificaciones y una vida social normal, pero se siente vacío por dentro. La historia se inicia con un momento importante en su vida, donde tres chicas más deprimidas y solitarias que él se involucran en su vida y la convierten en una montaña rusa de emociones. Kouhei debe elegir a una de ellas o arriesgarse a que todas se pierdan en su propia desesperación. La trama demuestra algo que siempre dejamos de lado al momento de jugar un producto importado por JastUSA. Por regla general, una novela visual nos da un cierto camino a seguir, mostrándonos las posibilidades "románticas" con cada una de las coprotagonistas. Es potestad del jugador decidir qué escogerá, la chica tímida, la intelectual, la animosa, la irritante, etc. Digamos, hay 4 chicas por elegir, pues el juego tendra 8 historias posibles: 4 finales buenos, y 4 finales malos. De haber 5 chicas, habría 10 historias, 5 buenas y 5 malas, etc. etc. etc.
La diferencia en Yume Miru Kusuri, es que sólo hay tres finales, que fallarían en llamarse buenos o malos. Son más, una interpretación realista de las acciones; de la imposibilidad de la perfección en los actos, sea para quien sea.



Tempranamente se nos presenta la depresión crónica de la primera chica, Mizuki. Tempranamente se nos introduce a la violencia que sufre la segunda, Aeka, dentro y fuera de la escuela. Quizá engañosamente, pensamos que la última, Nekoko, le da el toque de inocencia a la historia, una niña que se describe a sí misma como un "hada del mundo de los sueños": No le toma mucho tiempo a Kouhei darse cuenta de la adicción terminal a metanfetaminas que sufre Nekoko, absorta en su propio mundo imaginario, fabricado para poder escapar de una vida que se le hace intolerable. Tenemos pues, depresión, autoestima y drogadicción.



Como ejercicio narrativo, podemos considerar a Yume..., un intento de llegar a la novela incompleta a partir de la novela completa, entendida como la elección consciente. Quiero decir, demostrar la carencia de una solución completa, el que elegir una ruta siempre aborta otras, y no necesariamente para "mejor". Sería estúpido discutir aquí la naturaleza de lo "mejor" y lo "peor", pero saber que al escoger una ruta condenas a las otras dos protagonistas a destinos trágicos, dice mucho de la percepción del autor sobre lo que es orientar nuestra ayuda, o aquellas cosas que escapan a nuestro poder de decisión; saber que Nekoko acabará vendiendo su cuerpo por más drogas, Aeka asesine a su familia y compañeros del colegio o Mizuki acabe con su vida desde el techo de un edificio en otra ciudad, es simplemente innovador, en el campo de las novelas visuales. Vienen a la mente los ejercicios de novelas en partes, los libros de make-your-own-adventure, pero Romeo Tanaka [quien actualmente colabora en la popular serie Infinity de Takumi Nakazawa] consigue adaptar adecuadamente las técnicas narrativas modernas a un mercado infestado por opciones de autotexto y pornografía de mala calidad. Tanaka logra una trama elaborada, con ligeros guiños y referencias a otras obras maestras del rubro, como Narcissu o Ever17. Tanaka nos muestra que "hacer algo", siempre involucra el "no hacer otras cosas". Este miedo a perder oportunidades resulta increíblemente conveniente para la novela visual: La posibilidad de empezar de cero y hacer las cosas 'bien' o por lo menos que sea más adecuado para cada jugador, es increíblemente satisfactorio.


Qué queda por decir? Cualquier novela visual en proceso debe de reconocer ciertas pautas. Felizmente, Tanaka se zurra en estas y ha creado un producto hermoso. Aunque aún lamento la muerte de Nekoko y la continuación de la violencia con Aeka, Yume Miru Kusuri: Una droga que te permite soñar no es sólo lo que promete a simple vista, aventura de caminos múltiples; es un fantástico ejercicio en narrativa nolineal, y una crítica ligera a la continuidad en la ficción. Una vez has seguido el sendero de Mizuki, es memorable el encuentro con Nekoko. Con las partes que quedan de ella, se entiende.


martes, octubre 13, 2009

Sobre el baile



Es entonces que tomo un poquito de ti sin arrugas ni dolores ni poemas en mi boca, blanco el pensamiento e intentado eliminar lentamente partes de otros en mi cabeza, y me arrastro criatura reptante en pliegues de tu cuerpo mientras nos reímos por algo que dije [hoy no puedo recordar], conforme mis dedos -inexpertos, no me crees- acarician tu cuerpo una y otra vez, sorprendidos por su súbita erudición los diez, los veinte. Los cuarenta. Me siento sofocado y yo intuyo que también tú lo sientes de ese modo, hago una pausa y tu aliento no es frío ni cálido ni tibio, ha escapado de cualquier temperatura en esta tierra tan hermosa a 23 grados eternos, yo ya tengo 21 y de eterno no me quedó ni la idea, absorto en la temporalidad tantas veces, tantas palabras escritas al viento sobre la naturaleza de nuestro tiempo juntos, pero no en ese momento, porque en ese momento se me ha prohibido estar absorto, pensando o lo que fuera; en ese momento siento que mi cuerpo está bailando, aunque digas que no es ninguno de mis diecisiete talentos, condenado a estar sentado oh un burro amarrado en la puerta del baile o quizás en medio de la fiesta, burro al fin y al cabo, está bailando de un modo que es desconocido pero una familiaridad tan extraña como repentina me lleva a pensar que seguramente sabe algo que yo no sé, algún conocimiento que no le ha enseñado nadie, velado al despertar consciente o acaso el maldito aprende muy rápido y tan rápidamente evitas que yo abra la boca y hable de eso -no arruines el momento, tanto me conoces para saber cuando decirme, stop- pues mis ojos suelen delatarme, o quizás mis labios esta vez, separándose lentamente cuando soy silenciado por otros que saben expresarse mejor que yo y empiezas a comerme en partes, no encuentro mejor manera de decirlo, Sebastián comido en partes, Sebastián en mil pedazos de su corazón en una habitación sin cuatrocientos golpes, tan sólo cuarenta dedos en un cuerpo que se mueve a un ritmo absurdo para él y el encanto de la novedad desaparece apenas por un segundo brevísimo...

- Yo-yo quisiera fotografiar el momento.
- Enfermo.
- No, no, o sea, fotografiar el instante del estado mental, la certeza absoluta de como me siento ahora, la pasajera sensación de---

Y nuevamente los labios que hablan mejor que yo me silencian devorándome, de otro modo imposible descripción, de este modo una simplificación que es sospechosa pero las palabras son -tantas veces te lo digo- son una comunicación menor, un rebajarse de nuestros actos a veintisiete caracteres permutados pero, repito, no son caracteres ni comunicación ni letras los que dulcemente me pierden en el baile donde los mejores instantes son los de imposible descripción y tal vez por eso lo de fotografía mental, tal vez por eso miro unos instantes al vacío cuando hay felicidad en el aire y la comparación no tiene sentido, ella que eres tú comiéndome y yo que soy él en un festín frugal, marca de ouroboros o catenaria simple que se balancea entre esos dos parantes que ya son los dos cuerpos parte o todo, integrante o equipo, bien en un ligero susurro al oído, las cosas que son las más hermosas porque nacen del instante jamás planificado y sientes que...

- Sigue.
- [ ]

Sientes que levitas y te alejas cada vez más rápido, cada vez más al ritmo de tu cuerpo del que te estás yendo, no es un abandono sino que presientes tan sólo una despedida brevísima La petite mort o la de verdad no se puede saber sin ser monje o francés pero enloqueces cuando a cada ocasión el ramalazo, el torrente, la ráfaga te golpea suavemente a veces en las rodillas o quizás también al final de la espina, tan suave y tan rítmicamente ambos, tan fuerte y tan desincronizados ambos, al principio y al final una palabra que se utiliza con tanta levedad en estos tiempos para tantas cosas que sé a qué me puedo referir cuando la sintonía es compleja entre los dos parantes que ya son una catenaria oh dios mío oh dios mío quisieras pensar o decir pero rara vez es Dios en el que pensamos en ese momento que tan próximo ya y las palabras que

- ...
- Ah.

Las palabras que tan próximas alguna vez no son ahora más que ideas olvidadas en un lugar en el que no estás o estás solo o estás con alguien y el cuerpo ya no eres tú, tu cuerpo soy yo, lo sé y mi cuerpo eres tú, si pudiera decírtelo en ese momento, mi cuerpo eres tú tú tú allí al final que es un principio o una muerte o lo mismo sin importancia, lamentable traducción a palabras esos momentos que tú. Esos momentos que yo. Esos momentos que tú.

Biyuinfo!

- This is Spartaaaa xD
- Me encanta True Faith, de New Order.

sábado, setiembre 12, 2009

Cinco: Lorena [Créditos de la imagen a vofan]

“Entonces ella lo llamó y le dijo, no he dejado de pensar en ti en todo este tiempo”.

Lorena está escribiendo en su computadora, eterna insomne. Una chalina la protege del frío en la ciudad, potencialmente asesino a esta hora “Potencialmente asesino como todos”, piensa. Tiene un sobre manila sobre la cama, y sonríe pensando en las posibles permutaciones que el idioma le permite. “Un sobre sobre la cama de mi sobrino, sobrando de un sábado sobria”. Considera brevemente incluirlo en su historia, pero lo desecha por facilista. El sobre ha llegado en la mañana, con su nombre escrito encima y una caligrafía que pudo reconocer con facilidad, a pesar de tanto tiempo sin ver esa letra, cuadrada y sin gracia. Lo ha enviado Pablo, desde una ciudad de nombre impronunciable, en Alemania. En otra época, Lorena, ávida por saber de la vida en Europa, habría devorado el contenido del envío, presumiendo de las postales con sus conocidos, memorizando cada detalle que pudiera verse interesante o exótico. En otra época, pues Lorena está desde hace varias horas balanceando la posibilidad de quemar el sobre sin abrirlo. Tal como quemó todas las cosas que le recordaran a Pablo, la pulsera, los peluches, las cajas. Momentáneamente se asusta: “Y cuando ya no haya nada por quemar, me prenderé fuego a mí misma.”

Una carta cerrada, recuerda Lorena, limpiando sus lentes, es una gran cantidad de posibilidades. Puede ser un regalo, un adiós, puede ser un anuncio terrible, una noticia feliz. Una carta cerrada es como cualquier secreto, materia de Proteo: Apenas lo abras cogerá una existencia tangible y será parte de tu vida, sean noticias o imágenes. Como siempre, el secreto desaparece apenas cuando empieza la diversión. Una carta cerrada es mil veces más interesante que una abierta.

El sobre continúa en la cama, ajeno a los devaneos Loreneicos, inmutable.

- Podría hacer tantas cosas con usted, señor carta-de-Pablo. Siguiendo la lógica aplicada con la pulsera-de-Pablo, el anillo-de-Pablo, las rosas-de-Pablo, debería botarlo o quemarlo. Sin embargo, usted aparece en un momento en el que nada me despierta demasiado interés en la vida. No tengo manera de saber cuál sería el impacto que usted cause en mí, una vez leído. Suficiente impacto es verlo ahí, echado en mi cama, que alguna vez fue también cama-de-Pablo. Sabe qué? Sólo de algo estoy segura: Si no lo leo, me arrepentiré, porque probablemente es la última carta que él me mande, tan lejos como seguramente está. Si lo leo, también me arrepentiré, porque probablemente sea más de lo mismo.

Continúa en la cama, inmutable.

- Ah, usted seguramente juega ahora a ser el interesante, no? Claro, una le muestra la cama y ya está, tirado como un poltrón, dándose la gran vida, mientras yo no acabo de escribir esta historia que ya lleva días y el final se me hace muy artificioso, ah, las historias de llamadas y de segundas o terceras o décimas oportunidades. Y quizás la información que usted esconda en su interior sea justo lo que yo necesito… O quizás justo lo que no necesito. Cómo decidirse, cómo tomar un curso de acción, al verlo tan ajeno al problema. Vamos, dé su opinión! Quiere o no quiere ser leído?

Inmutable.

- Tal vez para después, no? Permítame acabar con esto. A usted lo dejo guardado.

Lorena guarda el sobre en la estantería, entre algunos libros que no lee hace años. Está regresando a la computadora, cuando alguien toca la puerta de su cuarto. Amanecerá en unas horas y sabe que no debería estar despierta tan tarde –seguramente se trate de su padre, intentando convencerla de las bondades de ocho horas de sueño, ocho horas de trabajo, ocho horas de espera –pero aunque la voz que viene del otro lado de la puerta es terriblemente familiar, no se trata de ningún familiar. “Voy a entrar”, dice Javier.

- …
- Jesus, Mary and Joseph Chain. Acabaste de hablar?
- Perdón?
- Por teléfono, estabas hablando con alguien. Acabaste de hablar?
- Sí, ya terminé con eso.

“Con un sobre a una distancia terriblemente larga, supongo”.

- Y…
- Traje ron. No, espera, lo he dejado donde Antón.
- Nuevo Best Friend?
- Nada, con uno bastaba. Aparte él ya está con mejor amiga.
- No me interesa.
- Me imaginaba que dirías algo así.
- Entonces también te imaginaste que te diría “Qué mierda haces aquí”, no?

Lorena lo mira, de pies a cabeza. Cómo demonios convenció a su padre para poder pasar? Encima, hay un olor a ron en el aire que no consigue disimular. “Ebrio, mal vestido y encima en complicidad con mi viejo. Por qué tienen que ser así? Siempre---“

- Oye, tuve un sueño. Hace unas horas.
- Yo también. Pero mi último sueño fue hace meses. Ya no sueño.
- No te creo.
- Eso tampoco me importa.

Javier se calla, buscando los ojos de Lorena. Ella se ha acercado con un lapicero a uno de los
estantes y coge un sobre. Tacha una y otra vez el remitente, hasta que es imposible leer nada.

- Ves esto, Javier?
- De quién es?
- No importa. Las cosas tienen más un valor simbólico a veces. Qué hacemos con el sobre?
- De quién es?
- Qué hacemos con el sobre?

Javier la mira.

- Lo lógico sería abrirlo y ver lo que tenga adentro.
- Ajá…
- Pero no tiene ninguna lógica que hayas tachado el nombre, ni ninguna lógica tenerlo quien sabe cuanto tiempo sin haberlo abierto, ni mucho menos el que yo esté aquí a esta hora, queriendo contarte un sueño, no?
- Ajá.
- No lo has leído, verdad?
- No. Ya ves a donde voy, no?
- Salgamos a caminar y vemos que hacemos con él. De paso que te cuento mi sueño.
- Ya te dije, no me interesa.
- Entonces no habrá problema si lo cuento en el camino.

Lorena sostiene el sobre contra su pecho, como protegiendo a un niño del clima, intentando darle parte de su calor corporal, cuidando que nada le pase. Javier, a su lado, camina silencioso, el frío ayudando a que los últimos rastros de ron se disipen de su mente. “Ah, obvio, ahora no me dirá ni jota. Mejor así, no lo crees, carta-de-Pablo?”, piensa ella, sonriéndole al sobre en sus brazos. Los faroles iluminan las callejuelas cercanas a la casa de Lorena, cubiertas de sillar y de musgo, mientras caminan, inconscientemente pegándose el uno al otro, buscando mantener la temperatura entre los dos. Ella se detiene a ver una casa.

- Te gusta esta casa?
- Me da igual.
- “Me da igual” “No me importa” “No me interesa”. Es lo único que sabes decir?
- Parece.

“En verdad, es muy hermosa, pero no tengo ganas de hablar de eso; ni de hablar de nada con nadie. Déjame en paz. No sé para qué viniste, triste excusa el querer contarme un sueño. Sólo quiero estar sola. Sólo déjame sola”.

Javier está hablando de un sueño que tuvo, mientras Lorena, atenta a las palabras, camina mirando las paredes. Se detiene a ver las inscripciones en algunas, interrumpiendo la narración.

- Qué estás mirando?
- “Marita y Richard 4ever – 04/05/99”
- Más de diez años. Qué crees de ellos, Lorena? Que estarán haciendo ahora?
- Te gustaría que dijera “Haciendo vandalismo juntos en otras paredes”, no? Pero no creo. Lo más probable es que estén preocupados en cosas de verdad, estudios, trabajo, no sé. Cosas serias. Es bonito a veces dejar un 4ever, pero no creo que 4ever dure más de unos meses.
- Bueno, da la casualidad que Marita es prima mía, y Richard es mi cuñado.
- Sí?
- Claro. Llevan doce años casados, tienen dos hijos, los sobrinos más pajas que se pueda pedir, recontra cachetones. Es una completa sorpresa ver esta inscripción, supongo que son ellos.
- Sí? Cómo se llaman los hijos?
- Miguel Ángel y Rafael.
- Ah, artísticos tus primos.
- Más bien tortuguísticos.

Una sonrisa se forma en los labios de Lorena.

- Ya era hora de que te rieras.
- Sólo he sonreído un poco.
- Jaja. Ese papel de mujer fría no te va. Cómo te vas a reír de mis primos tortuguísticos, por favor.
- Ya sé que podemos hacer con el sobre.
- Qué cosa?
- Vamos a la plaza y finiquitamos su vida.
- Bueno.

Aceleran el paso, y Javier empieza a hablar del significado posible de la niebla azul en su sueño, barajando posibilidades que Lorena sabe bien, pues conoce de éstas cosas, sabe bien que no son la que de verdad él piensa. Antes de que él diga lo que ella ya intuye en sus palabras, llegan a la plaza.

- Botémoslo aquí.
- A ese abismo insondable, profundidad increíble, cementerio de botellas de vino?
- Justamente. Esta plaza es ideal para tirar cosas. También para sentarse de noche y mirar estrellas, no?
- Permíteme los honores. Pero antes de ello…
- Qué?
- No me vas a decir de quién es, no?
- Tú ya te imaginas. Y supongo que algún día te contaré.
- Godspeed, carta desconocida de una persona desconocida, esperemos que no tenga una desconocida cantidad de dinero adentro, porque nos sentiríamos desconocidamente estúpidos.

“Ojalá fuera desconocida”, piensa Lorena, al ver el sobre cayendo al fondo. “Y ojalá sea lo último que nunca sepa de ti”. Javier se apoya en uno de los portales, mirando la plaza. Ella se apoya en la baranda, abrigándose con la chalina.

- Bueno, ya se me hace tarde.
- Espera un rato.
- Un rato.

Mira a Javier, esperando que diga algo. Ha terminado la historia de su sueño antes de arrojar el sobre, y no ha dicho nada más, aparte de algunas teorías que saben incongruentes.

- Bueno…
- Eras tú.
- Ah?
- Tú, tú eras la chica del sueño. La que desaparecía en polvo, la que yo imaginaba era lo único que había en el mundo. Yo era la niebla.
- Bueno, ya me ves, no he desaparecido.
- No, estás aquí.
- Y?
- Por qué tienes que hacerlo tan complicado siempre? Por qué, si sabes lo difícil que es para cualquiera decir estas cosas?
- No sé. Nadie te pide que digas las cosas que dices. Tú lo haces porque deseas hacerlo, yo te escucho porque no tengo de otra.

Él suspira, y su aliento, cálido, aparece como una nube de vapor, que prontamente se disipa en el aire. Lorena lo imita, creando nubes similares, una tras otra, atragantándose finalmente.

- Torpe.
- Creo que he tomado aire helado. Mañana voy a amanecer mal. Te responsabilizo a ti.
- Si quieres, por mí no hay problema.
- Responsable irresponsable.
- Toma mi casaca, te vas a congelar.
- Oye, como se llamaba el esposo de tu prima Marita?
- Mi prima Marita? No tengo ning--- No, espera.
- Jajaja. Ya me parecía que te lo habías inventado todo.
- No importa. Estoy convencido que Marita y Roger siguen juntos, sean o no primos míos.
- Richard.
- Lo que fuera.
- Oye, de verdad ya es tarde. Y a ti ya se te pasó el ron.
- Puedo ser cursi?
- Igual lo escucharé.
- “No puedo vivir sin ti”.
- Terriblemente cursi y trillado.
- “Suena estúpidamente cursi, pero es la verdad.”
- Ídem. Sorprendente, sin el alcohol presente.
- Qué harás mañana?
- Tengo que dejar unos papeles por el centro.
- Y de ahí?
- Supongo que tengo toda la tarde libre.
- Vamos al cine o algo?
- Sólo si vemos algo que yo quiera.
- De acuerdo. De acuerdo, mujer.

Por primera vez en la noche, Lorena mira los ojos de Javier. Es fácil notar que él se ha sacado una carga de encima, y camina hablando despreocupadamente de películas de directores franceses, alguna que quizás hayan visto hace años. Lorena sonríe, al pensar “Y así ocurren las cosas. Sin melodrama, sin romanticismo, simplemente pasan. De pararme a analizar la situación, habría podido hacerlo mejor, no todos los días te dicen algo así. Pero la vida es cualquier cosa menos esa ensalada de corazones rosas que nos quieren vender. Qué habrá mañana en el cine?”.

Ella lo embarca en un taxi, y al despedirse, Lorena nota que sigue con la casaca puesta. “Me la devolverás mañana”, alcanza a decirle Javier, desde dentro del carro. Le hace adioses con la mano, antes de meterse a su cuarto y acabar un párrafo que la tenía preocupada.

“Él, calmado y centrado en sí mismo, le responde: Tampoco yo”.

Se acuesta, abrigada en el cuero negro. La felicidad, a veces, toma las formas más extrañas, piensa Lorena finalmente, abrazada a la casaca-de-Javier, antes de volver a dormir. Y volver a soñar.


Cuatro: Antón [Moon Over Soho - Colores]



Antón se echa en su cama y recapitula un poco las cosas que estuvo hablando con Javier hace unos minutos, antes de que Javier se fuera, Javier con la sonrisa en el rostro, sonrisa que en verdad no tiene el menor fundamento… pero se necesitan razones para sonreír?

- Para demostrarte que no estás soñando, te contaré una historia secreta.
- Secretísima. Un secreto se acaba apenas lo cuentas.
- De Sandra. De su viaje.
- Bueno.
- Pasada una semana desde que se fue en Febrero, la llamé un par de veces. Como no volvía yo estaba preocupadazo, le di plata apenas para un par de días, justamente para que volviera rápido, sea lo que fuera que fue a hacer.
- Un toque. Últimamente todo el mundo me toma de confidente, se puede saber por qué?
- Ni idea, Javo. Supongo que tienes cara confiable, cara buena, o cara de huevón, da igual. O porque olvidas muy rápidamente lo que se te dice. Aparte tú viniste aquí con ganas de realidad, bueno, aquí tienes realidad. A algunas personas el tiempo---
- Ya. Bueno, y no contestó?
- Lo hizo, un sms cortito. Que estaba satisfecha con su vida, que todo le iba bien…
- Asu.
- Obviamente no creí ni la primera letra. No me dijo ni siquiera para qué diablos se iba hasta Trujillo, simplemente que a veces se tiene que ser espontánea, y huevadas así. No te mentiré, el mensaje me cayó mal. Pero pensándolo con calma, si todo le iba bien en otra ciudad, sólo me podía imaginar que acá todo le iba mal… y en fin, cada quién hace su vida, no? Son sus decisiones, me dije.
- Te sirves un poquito de ron? Mira que compré una botella de más y no puedo tomar demasiado…
- Guárdala para otro día, para ti. No me vacila esa cosa que compras.
- Ok. Y, entonces se puede saber qué pasa? Ya pues, se fue, yo como de costumbre me entero recién cinco meses después a dónde fue, y…?
- Bueno, no le respondí nada, luego del sms. No sé. Me quedé callado. Ella se quedó callada. Disfrutar el silencio, entiendes? De vez en cuando, mi celular sonaba, era un número oculto. De vez en cuando, el suyo sonaba, un número oculto. Ni idea.
- Ah, el jueguito idiota de las timbradas de números ocultos. Pero fácil el que te timbraba a ti era ese pata que chambeaba contigo el año pasado, ese que te decía Anthony, mientras torcía los ojos, mariconazo.
- A propósito… una navidad estábamos lateando por el centro, te conté? Yo estaba cagadazo, había botado las computadoras en la chamba, ese huevas que trabaja conmigo estaba ahí en ese momento; luego él dijo que fueron unos delincuentes los que hicieron todo, ocultó eso de que yo tuve un colapso nervioso. No sabía qué hacer, no sabía a dónde ir, era noche cerrada y me fui al Puente Grau, a sentarme al borde. Y yo estaba ahí, mirando a los carros pasar, rumiando los detalles de siempre, las cosas que me preocupan, tú sabes, me enferma ver días que se pasen en un suspiro y otros que no tienen cuando acabar. Y de repente Sandra se aparece, con las Vans viejazas esas, tan fresca como siempre---
- Esa huevona siempre ha sido así.
- …y me empieza a hacer un idiota juego de palabras. No me preguntó qué hacía yo ahí, qué casualidad verte aquí, “hace friecito esta noche”, nada de nada. Simplemente las cosas ocurren y ella no le busca explicaciones. Me vio ahí sentado y me pidió que la acompañara a comprar el pan. Ni se inmutó, no preguntó, así es ella. Me imagino que por eso se fue a Trujillo sin demasiado lío, simplemente se le ocurrió y sabe Dios que estará haciendo ahora, vendiendo piedritas a turistas incautos en Huanchaco o de vocalista en una banda de jazz. No tengo la menor idea, y francamente, quisiera que no me importara. Pero me importa. Esa noche, en el Puente Grau, ella estaba medio horneada, creo, siempre parece estar horneada, como si en su casa el humo de la cocina trajera macoña, alguna vez le dije eso y se cagó de la risa “Has descubierto mi secretísimo secreto para la cena, ahora desconfiarás siempre de mis lomos saltados”.
- Jajaja.
- Y ese día empezamos a dar vueltas por ahí. Le invité unos cigarros, mientras discutíamos la eternidad del zapallo o algo así. No lo recuerdo bien.
- No sólo ella, tú eres un huevón que siempre ha sido así, también. Le sigues el juego a tu BiFFE, te ríes de sus taradeces, y haces peores taradeces con ella. Con razón te jodió que de repente, plaf, desapareciera.
- Sí, pero sabes qué? Esa navidad, yo estaba mal, mal. Y me olvidé de todas esas vainas.
- Sandra, un antidepresivo? Tómelo con moderación.
- Total que acabamos detenidos unas horas porque se metió a cantar en la pileta de la plaza. Te podrá sonar estúpido, pero extraño esos momentos. No por las detenciones, los lomos saltados o esas cosas… No sé. La pasábamos bien.
- Classic Sandra. Oh, una débotchka con los grudos bien jorjochós, jeje.
- El trago siempre se te sube rápido, no?
- Mis yarboclos en tus glasos, no podrías videar nada, druguito mío.

Quizás la sonrisa de Javier tenía más que ver con el alcohol que con otra cosa, pero eso no contaba tanto. Hace tiempo Antón sospechaba que este idiota se hacía el borracho, sólo para poder hablar con más calma. El sueño empieza a ganarle y Antón decide dejar el resto de recuerdos para mañana, envolviéndose en las sábanas. De repente, el timbre de la puerta suena nuevamente. “Seguramente Javo se ha olvidado de algo o se ha arrepentido o quiere más alcohol, bueno, a fin de cuentas es lo mismo”, piensa Antón, algo irritado porque parece que ya no dormirá. Se levanta de la cama con pereza, mientras el sonido del timbre se repite, insistentemente. Ve la botella a la mitad en la sala y la lleva a la puerta. “Este ebrio de porquería se desespera por este licor de tres al medio, no escuchó ni la primera letra de lo que le dije en cuanto a sus sueños”. Al abrir la puerta, se queda frío. No es Javier.

- Epa, Antón, parece que alguien empezó la fiesta temprano.
- …
- No sólo eso, encima con el pijama puesto? Jajaja, Oye, ojalá no hayas estado tomando del pico… Le das un significado completamente nuevo al término “pijama party”. Saca un vaso más, would you? Gracias, gracias.
- Sandra.
- Ajam, así me llamó mi mami. Por el cantante, ya sabes. O por la arena, mamá siempre da datos contradictorios cuando hay trago de por medio. Una compra vino en plan cumpleaños feliz y mami aprovecha para recordarte que tu nombre lo eligió a la mitad de una fiesta hippie.
- Qué haces aquí? Cuándo has llegado a Arequipa? Qué pasó con tu celular?
- Ahora, aparentemente, me uno a una fiesta unipersonal. Qué están celebrando, ah? Me crucé con Javier en la puerta. Qué fue de ese vaso?
- Pueden ser dos fiestas unipersonales con un vaso. Mejor pico nomás.
- Dios, Cabo Blanco? Como puedes tomar esta cosa?
- La botella ni siquiera es mía!
- Dos fiestas unipersonales… Convirtámoslas en un duet.
- Let’s duet.
- Esa peli es pajita. Trae el vasoooooo. No te imaginas la de cosas que tengo que contarte.
- Eres una sinvergüenza. Anda a la sala, espera un toque que me cambio. Tenemos que hablar.

Antón se sorprende de la naturalidad con la que actúa. La naturalidad de los dos. No se han visto en meses, y sin embargo el diálogo fluye como antaño, tal vez más por la voluntad de ella, o la complicidad de él, pero corre. Empieza a cambiarse, mientras algunas ideas se le vienen a la cabeza. “Qué frescura de esta mongolita. Si se hubiera desaparecido diez días, seguro me diría lo mismo ‘La de cosas que tengo que contarte’, y empezaría acelerada a hablar de cada detalle estúpido de su vida, haciendo nulo caso de mis preguntas, y contándome sólo lo que le parece más gracioso contar. Lo peor de todo, yo le hago caso y es como que todo fuera correcto. Anda a saber cuantas versiones distintas de la misma historia voy a escuchar los siguientes días. Pero por lo menos, está aquí. Está aquí y---”. Los pensamientos de Antón son interrumpidos por el sonido del inodoro, acompañado de la risa estentórea y algo gangosa de Sandra. “Y encima, esta cojuda se caga de la risa y… Y es como que nos hubiéramos despedido ayer, en cierto modo, que simplemente se fue un toque, pero ya está aquí”. Antón va buscando vasos en la cocina. De repente, se pregunta “El que yo le haga caso, es lo peor de todo, o lo mejor de todo?” Se queda parado, la mente en blanco. “No acabo de decirle a Javier lo que extrañaba estos momentos…? Por qué persisto en… En…”

Sandra entra a la cocina.

- No hay vasos limpios, no? Jajaja, yo lavo.
- …
- Hey, por qué te quedas callado?
- Sand-rex.
- Qué?
- Sand-rex nomás.
- Así no me puso mi mami, así sólo tú me dices. Y por cierto, sólo dices eso cuando quieres decir otra cosa y te mariconeas.
- Sep.
- Te conozco como la sucia palma de mi sucia mano. Ahora, dónde dejaste el Sapo-sapo-sapo-sapolio? De paso que aprovecho para limpiarme un poco, Veinticuatro horas en un bus de Travel Brothers o algo así me han dejado malaza.
- Busca detrás de esos platos.

Antón va a la sala, mientras Sandra empieza a cantar a voz en cuello una canción desconocida para él, aunque va con algo de haber visto elefantes, reyes, o Perú (?). No encuentra el ron por ninguna parte, pero un olor lo dirige al baño. El contenido completo de la botella se ha ido por el inodoro. “Estos momentos.” Suelta un suspiro.

- Oye, botaste el ron de Javier?
- Sí, la verdad es un asco.
- Y qué vamos a tomar ahora?
- Sana, purificada y quizás pasteurizada agua de caño, choche.
- Cuántos años nos conocemos?
- Seis? Siete?
- No, pero de verdad pues.
- Dos o tres.
- En estos dos o tres años, te parece que yo considere un acto de buen gusto tirar por el inodoro el ron?
- Bueno, tú lo botas de todos modos por el inodoro, quizás unas horas después de tomarlo, quizá aderezado con lo que hayas comido más temprano, pero es lo mismo.
- Ay, Dios. Nunca cambias tus chistes viejos, no?
- Chapa tu agua nomás. Y espero que tengas listas las orejas, que la historia de mi vida en Trujillo es un ca-gue-de-ri-sa. Como cualquier buen drama, creo que el final---
- No, espera.
- Espero? Espero qué? No estabas acosándome a preguntas? “Dónde estabas, qué fue de tu cel, has engordado” etc.
- Sand-rex.
- Qué?

Han entrado al cuarto de Antón, y ambos están sentados en la cama, cama cuyas costuras en la sábana, mal remendada, no consiguen ocultar cantidad de agujeros sobre la superficie marrón. Uno de estos agujeros es cubierto por el vaso que Antón acaba de dejar encima, mientras Sandra lo mira, intrigada, pues nadie ha dicho nada desde el “Qué?”. Mirando los ojos de Sandra, Antón evita pensarlo diez, veinte, cien veces, cosas tan frecuentes en él. Evita pensar un infinito número de veces, y la mano que antes sostenía un vaso, vaso que ahora cubre un agujero en su cama, cama en la que están los dos sentados con una botella de agua sacada directamente del caño en el que otra mano hace unos minutos se limpiaba pero ahora está apoyada en el borde de madera, con un temblor tan leve que sería imposible de notar para nadie que no sea Antón, cuya mano ahora coge suavemente el rostro de Sandra, sorprendiendo a ambos, que permanecen en silencio, valga recordarlo, sobre agujeros marrones, ligeramente destendidos, pues Antón acababa de ser despertado hace tan solo unos minutos y no le dio tiempo de ordenar nada en su cuarto. Se encuentran en el más perpetuo silencio, silencio que en otras circunstancias Antón compararía a un sueño que le contó un amigo, pero las circunstancias actuales le impiden a Antón pensar en otra cosa que no sea el rostro que momentáneamente está unido a su cuerpo a través de sus dedos y decirse a sí mismo, muy, pero muy bajito “Es real. Esto es lo único real, este momento”. Y tal vez el rostro que se une al cuerpo de Antón a través de sus dedos piensa algo similar, o desea convencerse de la realidad de la situación, pero en vez de fiarse de aquellos apéndices con uñas que tenemos al final de nuestros brazos, elige convencerse [repitamos que es en silencio, aquel silencio que se puede sentir en medio de una multitud a altas horas de la noche, o en una tarde tranquila acompañado del crujir de los muebles], elige convencerse con esa parte de nuestra boca con frecuencia confundimos con la misma, y habría que aclarar se trata tan sólo de la parte exterior, su envoltura carnosa por así decirlo, elige convencerse con los labios, aproximándose a cinco centímetros por segundo a sus iguales en el rostro de Antón, para sorpresa de éstos, que [repitiendo...] se encuentran en silencio porque a veces no hay nada que decir, a veces hablar permanentemente no es comunicarse, a veces se dicen más cosas con los dedos que con las letras, porque diez dedos se encuentran con diez dedos y

- Te he extr---
- Shh. Yo también. Yo también.

Tres: Javier [Foto cortesía de elnoos]



























Ah, ¿por qué vine hoy a tu casa? Bueno, apaga la radio y escucha esto.

Tú sal primero, gritó mi padre, y desapareció en una nube azul antes de que yo pudiera voltear a verlo. Caminaba delante de él, jalándolo con todas mis fuerzas, cuando sus dedos se volvieron polvo en mis manos, y luego, nada más. Yo apenas si pude escucharlo, estaba pugnando por salir de la casa, escuchando el sordo crujir de todas las columnas y techos, acaso un terremoto, pensaba yo momentos después de ser sacudido por él para salir de la cama, pero mil veces más espantoso, el suelo perfectamente quieto, la tierra callada, pero todo viniéndose abajo. Llegué a la calle y pude ver mi casa derrumbándose, colapsando en sí misma, entre el polvo que oscurecía todo y dije, seguramente ahí está mi computadora, seguramente mis hermanos y mis gatos y nunca se enteraron de nada y mi padre y todo lo que he tenido hasta el final de la tarde ahora es ese polvo azul que se me mete en la nariz y se queda en mi pelo. Sí, azul, me di cuenta en ese momento que todo el polvo era azul, ¿no te parece raro? Gritos similares venían de todas direcciones, gritos que no me podían importar menos. Caí de rodillas, jadeante, en la avenida, y la imagen era suficiente para mí. Arequipa estaba envuelta en esa neblina azul desde hace diez minutos y no había ni modo de saber cuando, ni modo de saber donde, pero sabía que era el final para todos. Simplemente lo sabía, ¿me entiendes?

De algún modo yo sabía también que mi casa fue la primera en colapsar, y aún no entiendo bien porqué lo sabía. Siempre es así en estas situaciones, no sabes ni tu nombre, pero sabes qué está pasando, o ni te interesa preguntarte a ti mismo el porqué. No había a dónde ir, así que caminé un poco. Los edificios cercanos eran escombros grises, y pude imaginar los gritos de los amables ciudadanos es en los apartamentos, chillando y gimiendo y quizá rogando convertirse en el polvo azul, los imaginé yendo a dormir luego de ver una serie en la tele o el chavo o una película, y de repente encontrarse con esa cosa inexplicable que había decidido terminarnos, esa cosa oscura y azul que se metía bajo las puertas y en los huecos de las ventanas y removía todo, alteraba todo, destrozaba todo, desaparecía todo. Me acerqué a la torrentera y recién fue en ese momento que noté el silencio. Algo que nunca había escuchado, créeme. Al inicio me pareció haberme quedado sordo, así que grité lo primero que se me vino a la cabeza. Lorena, sonó en la ciudad. Lorena, sólo su nombre y quizá como un efecto tranquilizador, una última vez, Lorena, estoy vivo, grité. ¿En qué momento la ciudad dejó de tener ruidos? O, más correctamente, ¿En qué momento la ciudad dejó de sonar?

La neblina se deslizaba por las calles, unos pasos delante de mí. Siempre me vi a mí mismo tal como todos. Yo como lo más importante de mi vida, claro, perfectamente natural. Alguna vez fantaseé con un escenario como este, en el que todo el mundo empezara a morir o desapareciera sin dejar huella y yo, único, quedara solitario, testimonio de la humanidad en un mundo absolutamente vacío de todo, solamente los edificios, los árboles, los animales. Qué torpe me sentí, qué abandonado me sentí. Triste testimonio de la humanidad, un niño muerto del miedo, un niño sin familia, un niño sin nadie, porque lo único que yo sentía era esa cosa que te da entre las cinco y cinco y media en una tarde cualquiera de marzo en Arequipa, todos sabemos como es eso. Mis pasos me llevaron hasta la Dolores. Siempre había esperado de la desolación algo más que esto. Sí, había un impacto muy real, en ver todo apagado, todo como si un gusano gigante y azul pasara por aquí; pero es casi lo mismo que el árbol que cae en medio del bosque: Si no hay nadie más que tú, nadie más siente la falta de algo. Era asfixiante, tener que cargar con la soledad de toda una ciudad, o acaso un planeta. Totalmente asfixiante… para una sola persona, razoné. Eso fue lo que me ayudó a decidirme, y fui a buscarla. De algún modo Lorena tendría que estar viva. De una manera velada, oculta a la comprensión y a la simple lógica, si yo había sobrevivido, ¿Por qué ella no? ¿Por qué ella no?

No te aburriré con detalles, Antón. Caminé. Corrí. Me desesperé. Temía no encontrarla. Temía de verdad ser el único en este mundo. Temí que de verdad se repitiera la historia, temí afrontar otra vez la certeza de que no exista para mí. Temí que desapareciera de nuevo, pero esta vez para siempre. Temí lo suficiente como para ignorar a nuestra ciudad destruida, la falta de cadáveres e incluso la incesante niebla azul, que parecía seguirme a todas partes.

Por fin, llegué a la casa de Lorena. Durante el camino, en mi imaginación, había agotado todas las posibles formas de no-encontrarla, una casa en escombros, un leve rastro de polvo donde debería estar su cuerpo, la simple ausencia de todo en la casa que tan bien llegué a conocer. La puerta estaba abierta, y me dirigí calmadamente a su cuarto. “Está viva”. “Tiene que estar viva”. Ella estaba sentada sobre su cama, mirándome. Yo sonreí, de medio lado, de esa forma que le gusta tanto. No había nada que decir. Estaba ahí. Siempre estaba ahí. Entonces, sin darme cuenta (y, mira, yo ya debería haberlo entendido en ese momento, las pistas estaban por todas partes, tú que escuchas mi narración, deberías haberlo deducido ya) acerqué mi mano a su rostro. Se derrumbó en polvo azul, se derrumbó en niebla azul. Sus ojos, sus labios, sus manos, se derrumbaron, y de ella solamente quedó un rastro vagamente oscuro en la habitación. Yo lo había hecho. Yo era lo único que en toda la ciudad había sobrevivido, y era porque yo lo había destruido todo, yo era la destrucción de todo. Es curioso recordarlo ahora.

Grité al despertar, y de cajón desperté a mi viejo, “Qué pasa ah?” Y yo seguía gritando, sin cesar, no plenamente seguro de haber despertado, y no necesariamente seguro de querer dormir nunca más. Era terriblemente simple, terriblemente obvio. En el sueño, yo era el causante de la niebla azul, y no voy a dejar que la niebla azul se ponga ahí, no creo que nadie deba de hacerlo. No hay razón para que los malos hábitos que crecen en ti destruyan tu universo. Por eso salí de la cama, me bañé, me peiné, y vine aquí, Antón. Voy a ir luego a su casa, pero vine primero aquí porque aún tengo miedo de estar soñando. Tengo miedo: qué tal si al besarla nuevamente, desaparece. No, por favor.

- Y esa es la razón por la que me tocaste la puerta, me despertaste a las once de la noche y me obligaste a dejarte pasar?
- Despertarte? Estabas despiertazo oye, seguro mongueando en Internet. Mira, yo hasta traje un ron por si las dudas. Y de obligarte a dejarme entrar? Nada, tú solito empezaste a decirme “Para demostrar que no estás soñando te contaré una historia secreta…”
- Y qué se supone que harás ahora?
- Ahora yo me voy a su casa.
- A la casa de Lore? Y qué vas a hacer?
- Le diré wolis.
- …
- Y no sé. La verdad no sé. El punto es ir.
- …
- Que parco eres a veces, oye. Si fueras una flaca, te diría que eres la parca, a pesar de la posible confusión con la muerte, y esa clase de cosas.
- Anda échate agua helada, Javo. No debería verte en este estado. Si vas a decirle algo… por lo menos que estés algo más presentable, no? Si no, estarás hablando tus huevadas y al final seguro---
- Los sueños, oye, los sueños.
- Qué tienen?
- Nadie sabe qué son, pero ocurren de todos modos. Como el fantasma amor, no crees? Pero lo que acabo de decir te lo podría decir cualquier mocoso de 10 años, me refiero… tú qué crees de los sueños? Nunca me paro a pensar en estas cosas, para eso estás tú.
- En verdad? Un coctel de cosas que vemos en el día, deseo sexual, y las ideas que no nos gusta aceptar. Siempre añádele un poco de vainilla, para disfrazar el sabor. Me parece una estupidez lo que haces, pero en fin. No es como que hubiera alguna prisa, ni nada. No eres la única persona del mundo que sueña algo así. Soledad, supongo.
- Pero eso del coctel lo has sacado de una peli con Charlotte Gainsbourg, no?
- Me encanta esa película. Hay otra de Gondry, el mismo director, Eternal Sunshine of---
- Ah, esa vaina la vi con Lorena.
- Sí? Cuándo?
- Uh… no recuerdo.
- Las fechas lo son todo, sabes.
- No recuerdo. Un festival de esos que arma el cultural de cuando en vez.
- Ahora, otra pregunta. Dónde queda Pablo?
- Preguntas, preguntas, preguntas. Nunca te han dicho que estarías ideal para un remake de “Quién quiere ser millonario?”
- Dónde queda?
- Se ha ido de viaje.
- Qué? Oye, yo estaba hablando con él anteayer por el chat.
- Su vieja le consiguió una beca o algo así.
- No puedo creer que hayas esperado hasta este momento. Y luego vienes, a inventarme una historia más de un sueño que has tenido, y todo simplemente porque tu mejor amigo se quita. Todo lo haces al revés.
- Es nuestro estilo, supongo. Y de mejor amigo…
- Pablo.
- Sí, bueno. No hablamos desde febrero.
- Alguna razón en especial?
- No, la verdad ninguna. Oye, ya tengo que irme pues.
- VayaconDios.
- Godspeed a ti también. Agur.

“Quizás Antón tiene razón… no debería tomar esa cosa” Piensa Javier, pues en la calle cree ver a una mujer caminando cabizbaja idéntica a Sandra, salvo tal vez por la suciedad, la tristeza en el rostro y el cabello tan distinto. Se le hace tarde y apresura el paso, hacia la casa de Lorena.

Dos: Pablo [Play Embedded Video]

Bueno, se fue. Yo también, pero de eso hablaré intermitentemente, si me animo.

Siempre me dio la impresión que a veces Sandra sentía, como la canción de Soft Cell, a veces sentía que tenía que escapar. Irse. Del dolor, las cosas que parecen no ir a ningún lado, al margen de las cosas que pudiera decir. No podía dormir en la noche. Esta mancha que tengo, mis lágrimas, bueno. Ahora sé que ella tenía que irse, pero no por escapar. Alguna vez corrió hacia mí, bueno, ahora corre de mí. Algo así iba esa canción, Tainted Love. Esas mariconadas que les gusta escuchar a ustedes, jaja, el synthpop será pajita y todo, pero eso es full ambiente, ah. Resulta anacrónico escribir cartas así, en épocas de mensajería instantánea y textos del celular, resulta anacrónico colocar las cosas de mi puño y letra, no crees, Lorena? Más aún, a la distancia, esta cosa tardará unos días en llegar, pero así es mejor. Sí.

Un par de cosas.

Sandra se largó sin decir nada, probablemente porque no había mucho que decir. Más allá de un par de ejercicios de Lovecraft en mi cabeza, o pequeñas ideas de secuestro, creo que Sandra se fue porque ya no aguantaba parar entre nosotros. Me siento cagado a veces, pienso que soy el responsable, pienso que de poder retroceder el tiempo, haría todo nuevamente, letra por letra de mis actos, acto por acto en mis letras. Soy malazo para escribir cartas, de cualquier tipo. Recuerdas las noches hueveando por el centro? No habrá pasado sino dos o tres veces, pero qué chévere era, no crees? Naturalmente, eso era antes de que pasara todo lo que ocurrió, todos nuestros egoísmos pequeños, nuestros veranos eternos. Estoy asqueado de eso. Se lo dije a Javier una vez, en Febrero. Estoy asqueado de estar jugando a estos dramitas perpetuos, asqueado de tus intentos de suicidio, asqueado de oír discos de Shakira y pensar en “Quizás de haber tomado otras acciones”. Yo no soy así. No puedo andar mirando de espaldas la vida.

Sí, se lo dije a Javier. Quizá de haber podido despedirse de alguien, Sandra se despediría de Antón; bueno, la única persona que sabía por qué yo me largaba y cuando lo hacía, ese era Javier. Eso equivale a una despedida, no? No es necesario incluir la falsa ilusión del aprecio mutuo, la mentira que resulta de decirle a alguien “Harás eso por tu mejor amigo, no, Javier?”. No, no es necesario, y era algo como eso. “Gothspit” fue lo último que me dijo, antes de quitarme. Creo que es una banda o similar, mira nada más lo poco que se puede ser en la realidad.

A estas alturas, ya debes estar preguntándote, “Y por qué mandar una carta?”, bueno, mujer, eso es porque hay cosas que uno es muy marica para decir cara a cara. Además, tú no me hablas desde hace no sé cuantos meses, por razones que quizá ya quedaron expuestas en el primer párrafo. Y finalmente, y quizá esto es lo más importante, porque esta carta es una especie de complemento a cierta carta de la que supuestamente yo no sabía nada, una carta tuya, de hace un par de años, una que quizás empezaba con “Pasado mañana es navidad”. La recordarás? Siempre fuiste buena para esos dramas, Lorena. Dramas, dramas, dramas. Uno se siente forzado, obligado a participar en tus simulacros. Cómo te animará esto, cómo, hacerte partícipe de algo que tu piensas que ya has cerrado, o quizás… No lo sé. Creo que en verdad nunca pude entenderte.

“Hay mucha arena por aquí”. Así era el primer mensaje de texto que yo recibí, en marzo. No lo comprendí, estaba muy metido en mí mismo en esos días. Una chica había terminado conmigo hace menos de un mes, y ya sabes lo que opino de esas situaciones, cómo es que se deben curar esas cosas. Por eso, no entendí el mensaje de texto, lo leí y no le di importancia, porque parecía que iba dirigido a otra persona, tan breve y aparentemente parte de una cadena de mensajes de esos que se envían cada dos minutos, una conversación estúpida por sms, ya sabes cuanto las detesto. Unos dos días después, otro, del mismo número “Revisa si existe una estrella llamada Spica”. Aquí recién me interesó el asunto, y revisé el código del número: 0199… Lima. Puedes creerme o no, pero me puse a investigar. En realidad son dos estrellas… No sé ni porqué te digo estas cosas. Le mandé un sms de vuelta: “Son dos estrellas, están en Virgo. Por cierto, quién te dio mi número?”. No me respondió. Llamé un par de veces, y era el celular de un tal Andrés, que negó por completo haberme mandado mensajes o haber recibido los míos. Lo dejé ahí, probablemente era una broma infantil y, como no volví a recibir nada de ese número, me olvidé del asunto.

Hace un mes recibí el tercer y último mensaje. “Las cosas no están bien. Spica no es real, o tal vez sí, pero no la que yo pensaba”. Este mensaje llegó de Internet, pero de todas maneras llamé al número que tenía, la única “pista” que tenía. El tal Andrés contestó, y esta vez le dije que se dejara de tonterías [Quizá se lo dije en un lenguaje algo más fuerte]. Apenas yo mencioné lo de la estrella, él me dijo, muy calmadamente “Seguramente era más como Plutón y Caronte” y me apagó el celular. Yo, no entendí nada en ese momento, y lo que luego creí entender tal vez no sea precisamente lo que él quiso decir. Siempre es así, no te parece? Divorcio entre las letras que se dicen y las letras que se entienden, tú me enseñaste esas vainas. Le mandé otro mensaje amenazándolo, para que se dejara de tonterías [Nuevamente, con otras palabras]. Y quizás no habría entendido nada jamás y el tema no habría pasado de ser una anécdota rara que nunca llegas a contar a nadie porque no tiene el menor rastro de lo que podríamos llamar “interesante”, si no fuera porque Sandra llamó un día después. Era un número de Trujillo, cosa inexplicable, francamente, y yo sólo respondí sus preguntas: Ya no quería saber nada de nada con ella. Que hiciera de su vida lo que desee, tal como alguna vez me dijo, “No es mi problema, no más, al menos”.

Me preguntó si estaba bien, si seguía en la ciudad, cómo estábamos todos.

Y luego, nada de nada, se quedó callada. Qué raro en ella, siempre hablando hasta por los codos. El incómodo silencio de siempre, acechando en cada giro de una conversación telefónica, no? Jajaja. Si esto fuera un teledrama mexicano yo debería haberle dicho otra cosa, enrostrarle todo lo que pasó, y finalmente, putearla como es debido, por largarse así, precisamente en el momento. En cambio, lo único que hice fue preguntarle qué era lo que iba a hacer ahora. “Escapar”, contestó antes de colgar, y eso fue lo último que supe de ella.

Por eso digo, “Bueno, se fue”.

Qué importancia puede tener este hecho trivial? Por qué una carta que te envío, a tanta distancia, y que me va a salir un ojo de la cara, acaba siendo una especie de charla trivial sobre una amiga en común? Seguro ya lo notaste, y es que de trivial nada, no? Jajaja. Sí, siempre se me hace complicado hablar de cosas así. Por eso, te digo, no me arrepiento de las cosas que hago. Me arrepiento de lo que ocasiono, Lorena.

Volviendo a lo otro. A la segunda cosa de este par de cosas. Mi mejor amigo, sí, mi mejor amigo. Con una lógica similar, debería hacer una larga lista a la mexicana, insultarte o algo. No, la verdad, no. Un poco más brevemente, ese tampoco es un tema que me concierna ya. Tampoco te engañaré con la máscara de la madurez o cosas así, porque nos hemos hecho daño, y si me pongo a colocar en una balanza quién lastimó más a quién sería la historia de nunca acabar.

Naturalmente tu carta iría en esa balanza. Tu miedo a mí, tu temor a mí, tu conformismo conmigo. Con esta máscara de la madurez puesta, podría decir “Simplemente pensabas en ti y en el dolor que sentías, lo que te hacía sufrir”. Sin la máscara, pues, decirte, devolviste el dolor, y muy bien.

En verdad, si esta fuera una producción de Televisa, nadie quedaría bien parado, todos encajarían fácil, fácil, en el papel de la mala. Pero todos perciben la fiesta como les fue en ella, no? Me pongo en el lugar de otros, y supongo que cada quien interpreta la realidad a su antojo. Tienen derecho. Eso no cambia la opinión que yo tenga de cada quién. Eso no cambia la opinión que yo me haya podido formar, luego de tantos años conociéndolos, compartiendo tantas cosas, participando en esta fiesta. Porque, una fiesta es, al fin y al cabo.

Sólo un pensamiento más. No creas que yo ignoro todo el concepto que te habrás hecho de mí, que se habrán hecho de mí. Del mismo modo en que tú no ignoras las ideas que tengo de ti, lo que Javier sabe de primera mano que opino de él. Quizá al irme [Escapar sería la palabra de Sandra, pero yo detesto el drama] él pensará que su idea de degradación, encarnada en mí, desaparecerá. Nada más gracioso que saber que será peor sin mí cerca.

Y no estoy cerca. Oye, hay mucha nieve por aquí.

Pablo



Uno: Sandra [Play full song here]


Vamos (versión radiograbadora) - Moon Over Soho

El motor sufre en cada cuesta empinada, las ruedas gimen en cada curva y la carrocería canta en cada bache. El bus está repleto de personas, maletines sobre sus cabezas que amenazan con caerse encima de ellos a cada segundo. En uno de los asientos delanteros un bebé llora en los brazos de su madre, que rápidamente tapa su boca y mira brevemente si su esposo sigue durmiendo. Una anciana habla en sueños, probablemente recordando algún pedazo de vida, las dificultades de mirar siempre al futuro de espaldas. El conductor lleva diez horas al volante, y espera encontrar un restaurante pronto para poder llenar el estómago.

En el asiento 26 [ventana], una chica mira por la [ventana]. La mirada en sus ojos, alguna vez decidida y animosa, se encuentra apagada. Sonríe cada cierto tiempo, sin saber muy bien porqué. Algunos pensamientos cruzan por su mente.

Sandra imagina el choque metálico de las ruedas de un tren con los rieles de una inexistente vía férrea. Imagina también una canción que fuera de acuerdo al sonido, digamos, I've seen it all, Selma Ježková singing con Thom Yorke, ah, You haven't seen elephants, kings, or Peru, I'm happy to say I had better to do. Apoya su cabeza en el sucio cristal de la empresa Familia Viajes S. A. y vuelve bruscamente a la realidad. No consigue darle el menor toque romántico a su situación actual: Sin dinero, sin ropa limpia, sin la certeza de un lugar a donde ir. Vendría a ser una comedia idiota, cree.

Ha tomado un bus de una empresa que accedió a llevarla por cuarenta soles a Arequipa. Por el servicio brindado, no debería pagar ni veinte, pero no tiene mejores opciones. Probablemente tarde más de 24 horas, amén de gente recogida en el camino y cena junto a la carretera [cena que no pagará], pero a pesar de ello se siente terriblemente afortunada de haber encontrado un asiento vacío. Fuerza a su mente a encontrarle algún sentido a lo que está haciendo en este preciso instante, y su mente no se permite apoyarla. Andrés, oh, Andrés, fue suficiente tipo como para pagarle un pasaje de Trujillo a Lima, e incluso quiso darle algo de dinero; dinero que ella rechazó de plano. Una vez en Lima, tuvo que encontrar el modo de tomar un carro que la lleve hasta Arequipa. No ha llamado a nadie. Ni a su madre, ni a sus amigos. Nadie tiene idea de dónde está, y la vergüenza y el miedo se confunden en ella. Ya en Arequipa, se sentirá mejor. Espera sentirse mejor.

Despierta en algún momento de la noche [se ha prometido mantener el celular apagado desde hace unos días, así que no tiene manera de saber la hora] y el recuerdo es suficiente. El recuerdo, se dice.

El recuerdo en la playa, o en el cine, o en la plaza, o en tantos lugares de Trujillo. Mira por la ventana y puede ver algunas estrellas dispersas sobre ese cielo solitario [tal vez sean las nubes], el mar rompiendo en las rocas, a tantos metros bajo el bus. Busca una constelación familiar y, luego de unos minutos, acepta que no podrá encontrarla. Empieza a hablar en voz baja, temiendo despertar a la señora echada a su lado.

- Imposible de reconocer a las Spica. Seguramente era cosa del momento, la iluminación, floro barato que se dice en la noche junto al muelle, y esa clase de cosas, Andrés señalaba y quizá...

The apparent brightness is deceptive, however, as Spica actually consists of two stars very close together (a mere 0.12 Astronomical Units apart) that orbit each other in slightly elliptical paths with a period of only 4.0145 days, which makes them difficult to study individually. Both are blue class B (B1 and B4) hydrogen-fusing dwarfs (the brighter nearing the end of its stable lifetime), making Spica one of the hottest of the first magnitude stars...

- ... Quizá Spica ni siquiera eran estrellas reales, al margen de lo que alguien más pueda decirme. Ni tan reales como verle el rostro y decirle "Andrés, sabes qué, me regreso a mi ciudad, esto se acaba aquí, ya no me llames". Estúpida de mí. Pero siendo algo honesta con él, bueno, pues justamente esa era la verdad: Metidaza de Pata, Sand-rex. Jeje, de nuevo a lo de siempre. Justificarme patéticamente al aire, como si hubiera la menor razón, como si de verdad me doliera decir "sí, unos capítulos o unas líneas en mi vida". Cinco o seis meses. Mis tobillos me duelen. La... subordinación? Así se dice? Subordinación de lo físico a lo espiritual: Nadie tiene una bonita historia que contar cuando no ha almorzado, no puedo disculparme al aire si me duelen los pies. Hey, señora, usted qué opina?

La anciana duerme intranquilamente a su lado, murmurando de vez en cuando "La pava, la pava".

- Sí, la pava, seguramente la pava. La pava de Sandra, querrá decir usted. La pava que se aleja de Huanchaco y ese transcurrir de los días tan maravilloso que duró un día, o quizá menos.

Suelta un suspiro y se acurruca un poco en el asiento, abrigándose en la polera. El último rastro de pelo teñido desapareció hace unas semanas, con el último corte de pelo, pero utiliza un gorro de todas maneras; gorro que viene bastante útil para compensar el frío de mierda de la Panamericana Sur a estas horas de la noche. Por la ventana puede ver los postes de electricidad, que parecen pasar uno tras otro, mostrándole, a intervalos regulares, su rostro inexpresivo en la ventana.

- Los postes pasan uno tras otro. Una metáfora del tiempo; son los postes pasando, idénticos entre sí, comparables al pasar de los días? Para la tipa dentro del bus, es así, pero se olvida que ella es la que está pasando, dejando atrás los postes. Idénticos, pero sólo porque los deja pasar [Porque los pasa]. Es lo mismo con los días, solamente se te hacen idénticos cuando los dejas pasar. Seguramente si me detuviera a ver uno, si me bajara, vería con detalle lo maravilloso de cada día [poste]. Ja. Pensar esas huevadas están bien para Antón, supongo. A mí me aburren.

Antón. Siempre que se pone a pensar cosas que tengan que ver con el tiempo, o con los postes, eventualmente ese nombre llega a su cabeza. Antón, Antón, el tiempo que enloquece a Antón. Cuando Sandra no regresó al cabo de una semana, Antón llamó. Llamó, llamó. Ella envió un escueto mensaje de texto. "Estoy muy bien, satisfecha y tranquila con mi vida. Traeré regalos cuando vaya de visita". Antón no respondió.

- Cuántas llamadas perdidas y nadie te avisó, Antón. Mira para lo que sirvió el dinero que me diste, mi bolsa de viaje, jaja. No sé porqué me quedé. Palta, miedo, ganas de... no sé. Aunque supongo que... nah, quién puede saberlo. Yo, debería? Oh, Should I stay or should I go, all over again, siempre es así. Debería quedarme o debería irme. So much for hasty decisions, creo. Y por qué demonios pienso en inglés últimamente?

Revisa su libreta de notas "Con la novela que nunca escribiré", y no la sorprende encontrarla vacía. Le sorprende, sí, encontrar un lapicero en un bolsillo. Anota un par de cosas, y cierra los ojos.

Sandra duerme profundamente el resto del viaje. Unas horas después, baja del bus, una máscara sin expresión cubriéndola, protegiéndola; al fin ha llegado a Arequipa. Revisa su bolsillo.

- Un clip que lleva hace no sabe cuanto tiempo.
- Una libreta de notas que quizás tiene el mismo tiempo, completamente vacía. Bueno, casi completamente, ahora tiene unas líneas encima.
- Celular [apagado]
- Dos soles con sesenta céntimos, para poder pagar un pasaje de combi y quizás comer algo.

Se detiene en la puerta del Terminal Terrestre, y mira a los carros pasar, rumbos distintos, posibilidades distintas. Es tal vez el fin de la tarde, pero no hay modo de saberlo, ya que la ciudad está debajo de una espesa neblina vagamente azul. Se sienta en la vereda por unas horas, ajena a palabras ajenas o pensamientos propios, mirando la noche pasar por delante.

Empieza a cantar.

En un rincón, la monotonía esconde mi desquiciada risa, perdida entre la brisa de una tarde; atraviesas mi ventana, ruedas por la cornisa, me sujetas al vacío de una calle sin salidas, porque nuestro mayor secreto es tan complejo como la fantasía, se termina tan deprisa, inventándome un absurdo juego desde el fondo de tus viejas heridas, cautivas por el tiempo y el silencio que lastima. Entre las hojas enmohecidas de un viejo libro duermes, agoniza el día, despiertas y no hay mayor desidia que robarte una sonrisa y huir a escondidas de un árbol que descalzo te recuerda, te confronta, y dice en secreto: Sé tú. Nuestro mayor secreto es tan complejo como en sueños y escapas tan deprisa inventándome un absurdo juego sin final.

Termina. Hay algunas monedas tiradas a sus pies. Las coge del piso y se las entrega a la primera mendiga que ve por la calle. La mujer agradecida, le dice “Dios te bendiga”. “Y a usted también”, responde Sandra.

Mata la noche sentada en una banca, garabateando en su libreta letras de canciones, poemas varios y, finalmente, un nombre repetido una y otra vez. “Mis palabras te atan”, se dice satisfecha, cuando el lapicero deja de escribir. La gente en la calle parece saber dónde va, subiendo y bajando de autos, entrando y saliendo de restaurantes, tomándose de la mano, yéndose una y otra vez. No se ve lo absurdo de la existencia humana sino cuando se le puede ver repetido tantas veces en rostros diferentes, que terminan siendo uno solo. Haciendo cosas sin querer o queriendo. En ideas de este tipo deja pasar el tiempo.

“Otra vez el tiempo”, se dice. Sabe que quizás sólo haya una persona a quién decirle todo esto. A quien contarle de las dificultades, de la desazón, de la incompresión, de la tranquila resignación, de tener tantos años y saber que no se ha hecho nada con la vida… y que esto no importe. Y tal vez…

Empieza a caminar por un sendero que conoce bien. Cabizbaja, se cruza con un amigo que no alcanza a reconocerla, o eso le parece. Cansada, mira la puerta de madera, a la vez que revisa su libreta, con un discurso cuidadosamente preparado y estudiado toda la noche.

Sonríe, arrepintiéndose y regresa sobre sus pasos. Deja la libreta y el discurso entre las hojas, sin saber si volverá o no por ella. Ha decidido obviar eso, y simplemente…

Toca la puerta de la casa de Antón.

- Epa.

jueves, junio 04, 2009

Fotiiiiiiiix <3 <3 <3 <3 <3





Aparentemente es un lugar conocido. http://shootingaround.blogspot.com/2009/06/ya-llegue.html







"Qué estaba haciendo?"


Yo le agrego un "Y qué otra cosa se puede hacer?"

Biyuinfo!

- And you don't even feel a thing.

miércoles, mayo 13, 2009

Låt den rätte komma in [Biyumoviereviews 2]
























Lo primero qe llama la atención en esta película es la coyuntura, lamentablemente. Qizá hubiera sido más mainstream de acá a un par de meses, cuando se pierda la onda twilight, pero justo antes de Full Moon, para no qemarse. Sí, otra-peli-de-vampiros, pero eso es lo qe menos importa en los 114 minutos qe corre. Es una película del frío. Frío en relaciones, frío en la niñez, frío en el sótano, frío en la vida, frío en una ciudad tan distinta a las nuestras.















El cuchillo que Oscar lleva durante la película es una muestra de la esencia de ésta. La ambientación se percibe de un modo muy, muy sutil, la música pop, las clases de natación, el pequeño conjunto de apartamentos parcialmente abandonado, los carros de colores sobrios: Se trata de la europa solitaria de los años Ochenta, algo a medio camino entre Good Bye Lenin y Sonnenallee; toda la onda de la ostalgie en esta nueva Europa unida. Mis referencias son alemanas, pero es solamente por culpa de Cinemax y porqe no tengo idea de qé termino usarán en Suecia para referirse a ese aprecio de un pasado propio, en tiempos sin globalización, sin inmigrantes, sin saber qé ocurre en la ciudad de al lado.

El cuchillo es doble representación de la violencia y de la seguridad. El concepto no es novedoso, pero clamar qe se refiere a una denuncia de una doble moral en una sociedad occidental es sencillamente ingenuo. Este muchacho de doce años qiere ganar seguridad en el cuchillo, practicando esa violencia, inflingida diariamente en él. Es victimizado con la representación del qejido de un puerco: Repite esta misma idea de violencia ["Chilla, puerqito, chilla", escuchamos en sus labios], para poder pasar de víctima a victimario. No tiene ni idea de qé terrible puede ser actuar de victimario.

Paralelamente, asistimos a los actos de un asesino. La mise-en-scène es maravillosa: El invierno ralentiza, hace patéticos los ataqes y fuerza un punto de vista alejado de los golpes en la cabeza, los cortes en el cuello y el bidón qe se llena de sangre. El pacing es lo suficientemente lento como para qe el espectador pueda generar sus propias ideas acerca de las escenas qe ve, [Siempre es mejor lo qe se insinúa qe lo qe se dice? Who knows] aunqe la conclusión resulte ser la esperada, la vitae, la esencia, tusangrehermosayrojasóloparami.

Ella es adorable en su interpretación de Eli. Sabemos, posteriormente, qe la voz fue agregada, qe los efectos fuerzan perspectiva y qe incluso se le cambia el rostro a la joven Lina Leandersson, pero eso no importa ni desmerece su desempeño. Palidez mortuoria, ligereza en las acciones, completo sentimiento de alienación, de ser parte de algo fuera de esto y a la vez qerer integrarse. Claro qe todo ello es un pretender, un make-believe del más estúpido, pero el sentimiento despertado es maravilloso. Eli enamora, y enamora bien. No me extenderé en el efecto personal en cada uno.

Aqí es donde nuevamente brilla el trabajo realizado por el director, el guionista, y el equipo en general: Cero bombardeo de efectos, cero muestras de ultraviolencia, cero corazones flotando en el aire al son de una canción romántica de Regina Spektor. Ciertamente un llamado a la idea de la película de vampiros: La danza lenta de seducción, el hecho de ser un outcast, un alien, un intruso aqí, y la atracción qe sentimos por esta persona. Stoker popularizó un estilo de ver al vampir como un monstruo; pero un monstruo por no entender y no ser entendido. Noto el influjo de Perrault en el best-seller este.

Para concluir, sin arruinar nada, y clamando para qe torrenteen de una vez la peli, es un buen producto, pero míralo cuando no tengas sueño. Distinto a lo qe ves normalmente, adicto al cine surcoreano, nerd japanófilo, o simple burro de Planet y canchita a 5,50. Deja entrar al correcto.

jueves, abril 16, 2009

I'm not there [Biyumoviereviews 1]


Aunqe Tana no tenga ni idea, es en gran medida su culpa que yo haya bebido esta película. Sería el año 2006 y no se me ocurría mejor cosa en esa época que leer y traducir manga shojo a montones, cuando me crucé con una de las obras maestras de nuestro tiempo: Paradise Kiss de Yazawa Ai [2000-2004]. No me extenderé mucho en las cosas que me gustaron del manga, tal vez la mención algo idiota del Arashi Nagase así todo retruPunX y la personalidad de Yukari. La edición que yo leía había sido solamente escaneada: La traducción era de una editorial argentina, IVREA. El editor había decidido hacer reseñas de las influencias de Yazawa, cuando me choqué con una peli qe me parecía haber visto antes: Velvet Goldmine, especie de biopic de Bowie y de Iggy Pop. El editor mencionaba: "Fuerte impresión en Ai Yazawa [sic], que marcó severamente el personaje de Jouji, a medida de Brian Slade." Alguna vez la estudiante de derecho me dijo que ciertos manerismos míos le recordaban a Jouji así que decidí conocer un poco más del tema.

En esa época, Haynes estaba concentrado en una de esas películas que toman diez años en concebirse, siete años en filmarse, y todo el futuro para ser consideradas perfectas. Seguí de una manera enfermiza el desarrollo de ésta. Comienza luego del fracaso de ventas de Velvet Goldmine, episodios depresivos para Todd. Lo estándar en esta vida, marcada por objetivos que acaban siempre dándote un coletazo en la cara, lastimándote. Mucho tiempo él consideró que Velvet sería su obra maestra, aquella por la cual sería recordado; el error de Todd es simple, visto en perspectiva: Planear tu obra maestra es lo peor que puedes hacer; no está en nosotros saber cuando algo que hicimos será una obra maestra, sólo hacer lo mejor que se pueda, aquello que se pueda tener el placer de llamar hijos nuestros. El caso de Björk con It's, oh, so quiet es ejemplar.



La energía tras la película es el propio Dylan, o mejor dicho, la idea que tiene Todd de él. "Encontré el rechazo de Dylan de ser etiquetado como un solo ser en una sola voz como la clave de su libertad. Y de algún modo, Dylan escapó a este proceso de quedarse congelado siendo una persona." La idea no es nueva, ni mucho menos revolucionaria; tantos nenitos y nenitas, en busca de su originalidad, han clamado muchas veces "Soy único, soy tantas personas a la vez, desde muy chico he tenido la impresión de ser uno y varios al mismo tiempo", pero, siendo realistas, uno no puede tragarse la idea de que el Renato de las 6:15 sea diferente al Renato de las 6:16, como menciona Zampanò, no importa de qué ángulo lo veas, la carne es incapaz de mostrarte esa originalidad e inherente capacidad multifacética. Simplemente no se puede. Por otro lado, el biopic estándar no convence a Haynes. "Una película biográfica está siempre tejiendo estos momentos tan conocidos con estos momentos de los que no sabemos. Ray Charles en el piano, Ray Charles en casa. La vida es más que eso." Si se puede añadir algo a su afirmación, considero La vida de Fray Jose Mojica, de actor y de sacerdote. Édith Piaf, en un accidente de auto y luego en la soledad de la ancianidad. En verdad, la vida es más que eso. Haynes continúa: "Dylan creó una nueva identidad en cada paso de ese camino a crear una nueva identidad." Fue el momento para Todd; I'm not there había sido concebida.



"Si un filme existiera, en la que la amplitud y el flujo de una vida creativa pudieran ser experimentados, un filme que pudiera abrirse, a diferencia de consolidar lo que creemos saber al entrar a la sala de cine, jamás podría estar en el arco de la narrativa maestra. La estructura de tal filme tendría que ser fragmentada, con numerosas aperturas y multitud de voces, con su estrategia principal siendo la refracción, no la condensación. Imagina un filme astillado en siete rostros diferentes -viejos, jóvenes, mujeres, niños- cada uno concebido como espacios de una sola vida."

Esta chispa creativa de Haynes es ambiciosa. Podemos remontarnos quizá al Rashomon de Kurosawa, aunque quizás en un nivel puramente descriptivo. Mientras que Akira pone los cuatro puntos de vista de un sólo suceso, Todd plantea los varios sucesos en un punto de vista particular para cada uno. Quizás Identity, de James Mangol, pero la comparación es más sutil de lo que se podría creer a primera vista.

Mucho se ha dicho de la actuación de Cate Blanchett en esta película. A pesar de lo mucho que admiro a Blanchett, el Dylan que más me interesó fue el de Heath Ledger: Un Dylan realizado, ebrio de fama, ebrio de felicidad. Gainsbourg es perfecta en ese rol de intrusa, intrusa a la que te acercas, intrusa que se te acerca, intrusa que te presenta la felicidad o algo que si no es felicidad seguramente se le parece; intrusa de la que finalmente te separas, pues tal es la lógica consecuencia de relaciones como ésta, relaciones en general. Ledger bien puede ser tomado como el peor Dylan: Misógino, mujeriego, ebrio, mentiroso, absorbido por sí mismo. Yo no creo en redenciones, al menos no como la que se muestra en la película, el divorcio amistoso, la separación bien entendida, los hijos en tenencia compartida. Ledger se enamora, Ledger se realiza, Ledger es cruel, Ledger sufre por su estupidez, Ledger finalmente encuentra la tranquila paz de saberse un éxito completo por un lado, un fracaso total por el otro. Ledger tiene cierto aire a Lorena.



Cerca del final, cuando Richard Gere [el Dylan otoñal] está mencionando "si te dicen que te veas a ti mismo; no les hagas caso", se encuentra con Marcus Carl Franklin [el primer Dylan]. En este breve encuentro, una suerte de guiño para la audiencia, veo yo la conexión con Identity.

Veo también un argumento, que puede considerarse como influencia total de la película. Haynes nos muestra siete rostros de Dylan, siete momentos diferentes, cruzándose en el tiempo, más no en el espacio, salvo por un breve momento, en las últimas escenas, y sólo entre dos personajes. Yo propongo, sabiendo que todos nos despertamos siendo alguien y nos vamos a dormir siendo otro, el irreal encuentro de cinco personas, con rostros diferentes, pero que sean todas el mismo, único sujeto. Que tengan encuentros entre sí, historias románticas, historias estúpidas, salidas al cine, paseos de medianoche por la avenida Ejército, que se peleen y formen amistades duraderas, que se emborrachen en la plaza de Armas, en una discoteca de la Dolores, que salgan de viaje a otras ciudades, escapando [pero ésto no lo saben, y es más literal que metafórico] de sí mismos.

Biyuinfo!
- Es un desdoblamiento curioso, cambiar la sucesión de uno en el tiempo, por la superposición de cinco en el espacio. Quizás ese fue mi propósito, al escribir algunas historias. Quizás no sólo ese.