domingo, octubre 30, 2011

D & G III [Historia de Gris]

















Tengo que contarte algo, le dije hace unos años a Gabriela. Te voy a hablar de Gris.



- Dibujo porque quiero, y escribo porque quiero. Muerdo porque quiero y vivo porque quiero. El día que muera, ten por seguro que será porque así he querido que sea.

Gris me miró desde abajo, y me echó el humo en la cara. Le sonreí, y en verdad no entendí nada. El lugar estaba viciado, con ese olor a paja quemada saliendo de todos lados, metiéndose en mi nariz y mi ropa. Gris fumaba (porque quería), bajaba las manos para acariciar sus piernas, algo entumecidas (porque quería), y tomaba otro sorbo de pisco (porque debía). Al fondo suena A Cualquier Lugar.

- Y a qué te dedicas tú?
- Ahora mismo, a nada.

- A nada?
- Sí, o sea, estoy estudiando una carrera que no me importa, estoy atascado en la infinita contemplación de si mi vida vale la pena, o para tal caso, la de cualquiera, y salgo los fines de semana a echar a la basura la juventud.
- A nada, entonces. Salud.

Gris no era particularmente guapa. A mí me recordaba un poco a esa actriz de la tele, pero sólo un poco, por los ojos. Se lo dije ese mismo día y ella me respondió, supongo que a la defensiva, que a mí no me encontraba particularmente feo, y le recordaba a ese actor de la tele, por la nariz. No se dijo nada más de ojos ni de narices esa noche.

Me acuerdo a veces de ese día, y no sé que tanto modifica mi edad los recuerdos, los olores, la simple nostalgia, la deformación romántica de un momento acaso trivial en las vidas de ambos.

Afuera está lloviendo y yo estoy afuera.

Yo tengo diecinueve años y yo estoy afuera.

Puedo sentir el aroma de la hierba húmeda en todos lados. Como cuchillas con clorofila, el verde entra por mi nariz, trayéndome a una época anterior a mí, recordándome alguna infancia real o ilusoria. Es de noche y estoy parado en un rincón, mirando gotas de lluvia caer en cámara lenta, deslizándose por las navajas en el jardín. A veces siento que las gotas en realidad salen del suelo y ascienden a las nubes: Ciclo hídrico de chuchería china, agua fluyendo al revés, el pasto en mi rostro y una fila de gente esperando para entrar a un concierto. No estoy en la fila.


Entonces ella voltea hacia mí con los ojos muy, muy abiertos, y saca un cigarrillo de su bolso, mientras empieza a explicarme.

- Para fumar un cigarrillo, lo que tienes que hacer es llevarlo a tus labios.
- Ajam. Un tanto obvio.
- Y luego de querer hacerse el pendejo con quien te educa, agarras una aspirada así.

Cierra los ojos, y por un instante siento que soy la única persona que sabe que ella existe. Sus dedos en V tocan el borde de sus labios mientras se acomoda en torno al papel con tabaco. Luego suelta curvas y arcos de su boca, las suelta en azules que se ven hacia arriba y hacia blanco, circulares y preciosos, con la forma de sus labios.

- Ahora tú.

Me atoro en grises y negros mientras Gris se caga de la risa a mi lado. No es tan fácil como lo ponen en la tele, puta madre.

- Jajajaja, Dios mío, deja, deja, siento que estoy corrompiendo a un menor.
- No, si yo puedo, no te preocu-

El humo hace que me doble, intentando inútilmente contener la tos. Mi garganta se niega a colaborar; Gris deja de reírse y me ayuda a recuperar el aliento. Creo que fue este día que decidí no fumar nunca. Tengo mucha práctica en eso, ahora. Decidir dejar de fumar es la cosa más fácil del mundo, sin ir muy lejos la semana pasada decidí dejar de fumar otra vez.

- Tenemos que presentar el trabajo de Admi el Lunes, no, Dani?
- Ni sé ni lo haré -digo, buscando un caramelo para quitarme el mal sabor de boca.
- No jalan a nadie en quinto, no?
- Así le dijo América a Manolo en su descubrimiento. Luego le dio vuelta en una piscina.
- Qué? - Me mira, inquisitiva.
- Te falta leer un poco más.

La indiferencia en Gris alza los hombros y saca un cigarrillo más. Lo veo ir de sus caderas a sus labios, mentolado afortunado. "No tienes fuego? Mi encendedor no quiere ayudar hoy." "No, lo siento, no fumo". "No? Cuando vuelva te enseño, está bien, seguro un tipo en la fila debe de tener, espérame un segundo."

Afuera está lloviendo y yo estoy afuera. Tengo diecinueve años y yo estoy afuera. Puedo sentir el aroma de la hierba húmeda en todos lados. Alzo los ojos y veo una pancarta enorme, anunciando que Dolores Delirio se presenta hoy, anuncia "Dolores en la Dolores, Cero", y pone "Ocho de la Noche". La fila ya tiene unas treinta personas Gris está regresando, feliz, con un encendedor en las manos.



- Compraste?
- No, un tipo me lo regaló. Pruébalo primero, no vaya a ser que tenga violafácil.
- Bueno.
- Oye.
- Qué?
- Cómo la tienes, Manolo?

Me echa el humo en la cara luego de una risotada absurda, mirándome desde abajo. Mejor no burlarse de su cultura literaria, parece.

- Qué frío hace, no?
- No es tanto, Dani. Cani.

"Tendrá razón, pues. Lo incrementa la novedad del asunto, la gente desconocida, su presencia indiferente y mi ignorancia del asunto. Como la casa de Asterión? O era la de Scharlach?"

- Y yo le dije al tipo, "No, gracias, no creo que le agrade eso a mi enamorado", y te señalé desde lejos.
- Pobre. Se lo buscó, no?
- O sea, era guapo, pero no para tanto.
- No tan guapo como para sacarte a bailar.
- Exactamente.
- Y tu enamorado?
- Quién? -Dijo Gris, tirando la colilla al suelo.















Nosotros habíamos llegado muy temprano, muy idiotamente temprano a la tocada. Vino a recogerme a casa, mi madre llenándome de consejos como si fuera la primera vez que yo salía a algún lado con una chica (Probablemente porque era la primera vez que salía a algún lado con una chica) y yo muerto de la vergüenza de que me vaya a decir una estupidez, cosa que finalmente sucedió cuando me puso un billete de diez soles en el pantalón "Para que le compres una cosa bonita a tu cita, hijito" "Mamá sólo somos amigos" "Igual cómprale algo, pobre de ti que te vea regresar con ese billete" "Sí, mamá" "No seas como el desgraciado de tu padre" "Ya mamá" "Desgraciado" y en eso sonó el timbre y mamá corriendo a abrir la puerta (y ver la carota de Gris, maquilladaza al límite del absurdo con el negro gris en los párpados, y otra vez esos ojos, muy, muy abiertos).

Cuando por fin entramos, compré una jarra de pisco.

- Hace tiempo que quiero ver a esta banda.
- Ah sí?
- Oh sí. Dolores toca paja. Aprendizaje es un temón.
- Me gusta el disco que me pasaste.
- Y, qué tal? Espera, déjame adivinar qué canción te gusta más. Uhmm... A Cualquier Lugar?
- Sí, en el clavo.

Se me hacía difícil decirle que había encontrado a la banda aburrida y sufrida. Que no pude pasar de la tercera pista por lo increíblemente tonto de la letra, "Rojo el día entero entre tus piernas, rojo el verde bosque cuando el fuego..."

- Me gusta un huevo la letra de Rojo - me interrumpe Gris, llenando mi vaso.
- Ah, sí. Está interesante.

Volteo un segundo y reviso el local. Bueno, al menos sé la razón por la que nunca vienen bandas a la ciudad, esto está más muerto que concierto de rock en Arequipa.

- Me siento vacío, mujer.
- Disculpa?
- Vacío. Como si fuera carne pasada, vacío.
- Ah.
- Tengo una espina y...
- Como cuchillos.
- Sí.
- Como cuchillos.
- Como navajas, aquí adentro.
- No seas huevón. A ver, qué te ha ocurrido?
- Pienso que la vida es una sucesión de eventos malos. Sabes como dicen, el ciclo de vida?
- Nacer, Crecer, Reproducirse, Morir.
- Pienso que es Nacer, Trabajar, Morir.
- Ah...
- No le encuentro sentido a mi vida.
- Desde siempre?
- Desde que era un nene.
- Toma un poco más.

"Toma un poco más", me dijo esa noche, hace ya tantos años. Antes de llevarme el vaso a la boca, el cantante informa a la turulata audiencia "Y ahora, Rojo".

"Que letra de mierda", supongo que pensé entonces. Pero volteo a ver su rostro y le veo los ojos tan abiertos, moviendo los labios al compás de la música, llevando el ritmo con el pie, y siendo... siendo feliz.



Rojo por completo como sol naciente y como sol que muere en el mar.
Rojo por completo como sangre fuerte y como sangre débil por amor.
Rojo el día entero entre tus piernas
Rojo el verde bosque cuando el fuego y
Rojo el nuevo ser que nace y muere
Rojo entre las rosas Rojas de dolor.

Sin mediar advertencia, explicación, o palabra, ella se para, coge mis manos, y me lleva al centro del local. No sé que hacer, me he dejado llevar, el mundo se encoge un poco y quiero creer que dije "Tal vez tomé mucho". Son curvas, y un suelo que ondea con cada paso que doy. Me abraza, y empieza a bailar, lento, muy lento. No sé que hacer. Su cuerpo es cálido y su cabeza se apoya en mi pecho.


- Y qué tal, ya te subió el alcohol?
- Un poco.
- Aún sin saber de qué sirve la vida?
- Casi.
- Y por qué el casi, Dani?
- Creo que... creo que si por momentos uno se anima...
- Sí.
- Si por momentos, que para ser triste hay que saber que es estar feliz y para ser feliz...
- Sí.
- Tal vez la gente triste es la que ha sido muy, muy feliz.
- Y lo mismo al revés, no?
- A lo mejor sí, a lo mejor no. A lo mejor yo estaba en lo cierto y nada vale la pena, a lo mejor tú y todo es importante sentirlo. A lo mejor ser feliz sólo causa estar triste luego.
- Se nos acaba la música, Dani.
- Sí. Oye, ya vuelvo, espérame un rato.

Me separé de ella y me fui al baño. Cuando volví, ella ya estaba sentada con la jarra, discutiéndole la eternidad del vaso o algo así. No se dijo nada más de vidas ni eventos ni nada esa noche. Parece curioso ahora que lo veo en perspectiva, bueno, también me parecía curioso cuando se lo conté a Gabriela. ¿Qué cosa? Saber que esa fue la única vez que vi a Gris, seguramente. Ya después no fue muy posible, por razones, razones un tanto obvias.

- Pobre chica- dijo Gabriela.

Biyuinfo!

- Hasta que al fin me animé a coser por completo el asunto de D & G. He procurado actualizar las etiquetas de entrada, para poder leer completo el asunto. Veremos que tal sale.
- ...
- Wow, dos años exactos desde que escribí la parte Uno de esta historia; esto tira para largo.

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